Accidente

  
Camino lento, me aproximo a la esquina;
la luz del semáforo acaba de cambiar.
Me detengo con la mirada perdida.
Mi cuerpo se relaja; mis manos están tibias;
mi mente me lleva lejos, comienzo a pensar:

Lo que queda por hacer el resto del día;
cuánto tardaré en llegar al destino;
y el sueño de esta noche, mi despertar repentino…,
pero más allá de lo trivial de mi reflexión vacía,
pienso acerca de la vida y su hilar fino.

Pasan los segundos y parecen minutos.
Deambula la gente, pero su presencia no está.
Me paseo dormido, resolviendo el mundo,
mientras inmóvil, absorto, noto los autos pasar.
Es tiempo suficiente; debería cruzar.

Luz verde, y caigo estrepitosamente a la realidad.
Me desprendo del universo; doy los primeros pasos.
El extraño silencio que anuncia la muerte me sigue.
Miro al costado izquierdo; me paralizo aterrorizado.
La nada, oscuridad… La consciencia arrebatada sin piedad.

No me puedo mover, pero escucho el respirador artificial.
El dolor cae gota a gota como el llanto que no puedo derramar.
Mi querido universo, una vez más, me viene a buscar.
Al volver sé que estás aquí; oigo cada palabra.
Te quiero ver antes de que mi fuerza decaiga.

Los latidos de mi corazón se vuelven débiles.
No logro hacerme consciente del transcurso del tiempo.
Una y otra vez, voy y regreso de entre los sueños;
cada vez siento menos ganas de volver de ellos.
La máquina me obliga a dar respiros estériles…

Un largo silencio tras la intensa agonía.
No soy el mismo; no hay nada más que perder.
Me levando tan tranquilo como cuando dormía.
Después de un par de segundos, volteo a ver.
Sobre la cama, mi cuerpo abatido…, sin vida…
  
Morgan Le Sorcier. 14-10-12

Regina rapiendis

  
En medio de la oscuridad eterna
y este aire carente de vida,
esperamos con nerviosismo
el respiro de la embestida.

Fueron lanzados los dados.
El miedo me estremece.
Después de cada disparo,
otra vida se desvanece.

Solo nos rodea la muerte.
Sostengo con resignación mi ballesta;
la mirada fija al frente,
pensando en nuestra sibila maestra.

Encerrada en fría piedra
por quien la debió proteger.
Oculta por la hiedra
para el sol ensombrecer.

Su cuerpo y alma separados
por la diabólica espada;
cuidadoso plan malvado
que nos quitó su mirada.

Entramos, miramos, buscamos,
y allí está, esperando ser revivida.
Sus dos partes fundamentales hallamos.
Ahora comenzamos la huida.

Vamos a la salida con presteza;
los escoltas no nos notan.
Lanzamos al aire las dos piezas
y, girando en el aire, la vida rebrota.

El miedo se apodera de ellos;
corren despavoridos.
El día se hace en un destello.
Se hace el viento, antes detenido.

Las almas emergen de la profundidad,
ansiosas tras su súbito despertar;
respiran intentando sobrevivir;
el calor del sol las hace sonreír.

Levita, se mueve rápido y libre,
dejando a su paso una estela de vida.
He terminado a aquello que vine;
nuestra tierra fue redimida…

Morgan Le Sorcier. 16-08-12

Interno III

  
El canto primaveral de las aves es la orquesta de fondo en la devastación.
El sol tibio, de hoy, ayuda a soportar el hielo del alma.
Desperté con la realidad a cuestas, soportando su peso; me siento agotado.
Descubrí que también estás sangrando
y que el dolor tampoco es suficiente para ti.
Hoy, las palabras no alcanzan a describir lo que derrama el llanto…
  
¿Y si le agregamos color a tu mente desteñida con algunas pastillas de la felicidad? Después de todo, la realidad se ve más bonita cuando la ignoras.
  
Morgan Le Sorcier. 02-11-12

Decepción

  
A veces oigo tu voz suave,
llamando entre mi cementerio de sombras,
intentando con voluntad buscarme
para rescatarme de entre las sobras.

Mis palabras saben caer al vacío.
Mis lágrimas se secan antes de tocar el suelo.
Mis sentimientos se pierden en el olvido
y mi alma sabe de no tener consuelo.

No me importa ir directo a la muerte,
extendiendo mi mano primero,
sabiendo cuál será mi suerte;
encontrar el doloroso fuego.

Mi corazón está dividido en cientos de partes,
perdidas en toda esta decepción.
Cada latido, una herida sangrante.
Cada gota de sangre con menos calor.

Los días terminan con infinita tristeza
bajo la luz de la luna tenue.
Mis pensamientos en la soledad inmensa
se esfuman en un largo susurro leve… 
  
Morgan Le Sorcier. 15-07-12

Camino al borde

  
Tenues claros de luz en el cielo,
cubierto por negras nubes de duelo.
Finas gotas de lluvia cayendo;
el aire las vuelve mi tiempo.

Voy caminando al borde,
entre la vida y la muerte.
Voy cruzando el orbe
por este gastado puente.

Entre sentimientos perdidos
en el sendero incierto
y las voces de los heridos
como árboles secos.

Lentos pasos por el angosto camino,
jugando al equilibrio,
con los brazos extendidos;
no temo caer al vacío.

A la derecha está el cielo;
a la izquierda, el infierno
y yo persigo el horizonte distante,
avanzando en este trance.

Camino al borde sin regreso,
sin detenerme jamás,
a riesgo de ser del abismo preso,
sin mirar atrás...
  
Morgan Le Sorcier. 25-06-12

Déjame ir

  
El alma atrapada
en medio de un grupo de sombras;
ya no puede hilar dos palabras;
de su vida solo quedan las sobras.

No intentes hacer volar a un ave
con las alas rotas.
No intentes obligarme,
si no me puedes dar otras.

El alma mutilada,
encadenada al piso.
El futuro que esperaba
le es tan imposible como el paraíso.

No intentes curar mis heridas
ni secar mis lágrimas;
ellas me recuerdan que me encuentro con vida.
No sientas lástima.

Una mente destruida por la violencia.
Cientos de recuerdos marchitos
de una niñez sin inocencia
y esta sensación de abatimiento infinito.

No se puede intentar existir
con el alma destruida.
Ya no puedo correr lejos de aquí
para deambular por la vida…
  
Morgan Le Sorcier. 27-04-12

El incendio de la casa vieja

  
No puedo respirar… ¡no puedo respirar!
No puedo continuar.
No logro escapar más.
¿Será esta mi suerte?,
¿será esta la hora de mi muerte?

El fuego abraza la casa,
quebrando en cientos de estruendos,
liberando mil destellos
que me queman la piel
y me carcomen por dentro.

Intento buscar por dónde escapar,
pero este negro humo me asfixia.
El dolor y el fuego se confunden
igual que los densos pétalos de una rosa mortal
y yo muero marchito, sin poder respirar.

Como el débil intento de un sueño,
a mi mente viene el recuerdo
de la casa vieja y sus paredes heridas
por el paso del tiempo,
de sus rincones húmedos y sus puertas roídas.

Ahora el fuego arrasa mi alma;
engulle por completo la casa.
No hay salida, todo arde en llamas;
todo se pierde en medio de una devastadora calma.

Para vengarte iniciaste este incendio;
me encerraste entre paredes de fuego.
Para matarme cuando estaba durmiendo,
empapaste el pasillo de muerte y terminaste huyendo.

Las columnas de fuego
se levantan como seda al viento.
Que alguien llegue al salvataje anhelo
mientras lentamente voy muriendo…
  
Morgan Le Sorcier. 16-02-12