El pozo de la vesania

  
Al final del pozo de la vesania,
hay un puñado de serpientes
que guardan con celo vehemente
la estaca que detendrá la sabia
y la daga que reparará la mente,

deteriorada como un árbol interfecto
que deja caer sus últimas hojas muertas
—estremecidas por el incesante viento—.
El pozo de la vesania espera
que caiga al fondo con las alas secas.

El aire me golpea con desprecio.
Después de mi rostro, las lágrimas se elevan.
Tengo el alma congelada en el pecho;
mientras me precipito con violencia,
siento que abandonará mi cuerpo.

Me estrello contra el suelo pardo;
la sangre brota de entre mis labios.
El dolor intenso me deja sin voz,
pero no es más agudo que el que provocó
mi caída a estas profundidades de horror.

Puedo ver un punto del cielo
y la mano sosteniéndola sobre mí;
con furia clava la estaca en mi cuerpo.
Busco la forma de escapar de aquí;
el reflejo injurioso me mantiene preso.

Cada grito estremecedor
hace sentir su eco en las paredes.
Las piedras cortan mi voz
y cada lamento vuelve,
buscando calmar el intenso dolor.

Sé que no es suficiente.
Desde mi alma se desliza la culpa con amargura,
regando esta herida reciente.
Ahora corta mis brazos en toda su anchura
sin resistencia alguna.

El suelo se tiñe de rojo tormento.
Descienden cascadas de sangre,
llenando este profundo encierro,
ahogando el ardor de la carne.
Invade el aroma del hierro.

Me eleva el tibio manto carmesí.
Estoy libre de todo el dolor y sufrimiento.
Era la única forma de salir
y escapar de mis propios pensamientos.
Es mi única forma de sobrevivir…
  
Morgan Le Sorcier. 30-08-13